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Channel: Mama de DOS chancletas » Lu la psicóloga
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¡Quítame la cámara!

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El sábado estuvimos en la clausura de los talleres de verano de Ale y de Anita. Cada grupo de niños, por edades, prepararon un baile como el final de todos estos martes, jueves y sábados de sus vacaciones divertidas. Además presentaron los trabajos que hicieron en todo esto tiempo: dibujos y manualidades. Papás con babero, había por todos lados.

Uno a uno los niños empezaron a hacer sus presentaciones. Ale bailó una canción llamada el “Perro Chocolo” y pues ya me veían a mi llorando viéndola bailar, disfrutar, corregir a sus demás amiguitos :S, moviendo los pies de derecha a izquierda, izquierda a izquierda (es que recién está aprendiendo :P ). Anita súper delicada al bailar, no importaba el tipo de música, ella bailaba igual de suavecito.

Fue genial verlas, disfrutarlas, ver cómo van superándose a sí mismas y esforzándose por lograr algo, quizás pequeño, quizás grande, pero esforzándose. Y bueno ¿no les ha pasado que todos queremos perpetuar esos momentos, los momentos en los que son felices, en los que se caen y se levantan, en los que están disfrazados, en los que están con sus mejores amigos, todos? ¿No les pasa que quieren fotografiarlo toditito?

Felizmente existen las cámaras digitales y con un sólo clic, clic, clic, un ciento de fotos ya salieron. Tantas como para hacer un película. Pero, qué pasa cuando en nuestro afán de sacar “LA foto de NUESTRO hijo” generamos caos, desorden y -lo peor de todo- dejamos escapar la posibilidad de ver realmente a nuestros hijos. Estamos buscando el enfoque, ajustamos el zoom, gritamos: “Pepito, Juanita, mira aquí, mira aquí”, “sonríe, sonríe”, les decimos emocionados. A muchos ya ni les importa el número, solo quieren tener la foto del hijo disfrazado, como si fuera una sesión. ¿Y el disfrute, y el espectáculo por el que nuestro hijo trabajó todo el verano, ensayando, el momento que debemos grabar en nuestras mentes?…

¡Todos quieren una foto (o cientos de ellas)!

Mar de cámaras.

No está mal querer tener recuerdos fotográficos de nuestros hijos, pero en cierto momento, debemos advertir el sinsentido. Cuando yo misma buscaba la foto de Ale, me di cuenta en lo que me estaba convirtiendo… así que empecé a tomar fotos a los padres: nadie aplaudía el final de la coreografía, pues todos tenían las manos ocupadas con sus cámaras. Es difícil mantener el control de algo cuando el 70% del público se convierte en reportero gráfico.

Deberíamos evitar el desorden, prestar atención a lo que nos dicen quienes organizan los eventos: “Papás, no se paren, manténgase en sus sitios y disfruten el show”.

¿Cómo hacíamos antes cuando las cámaras sólo tenían rollo?

Hablamos,

Lu


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